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Greg Boswell repite THE HURTING (XI, 11) con tan sólo 20 años 02.03.2011 - FOTO Y TEXTO: desnivel.com
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| Esta es la historia del último escalador nacido de la prolífica escuela de la escalada invernal escocesa. Es un veinteañero capaz de encadenar una de las líneas de referencia de Escocia, The hurting, que hasta ahora sólo contaba con ascensiones de Dave MacLeod y Andy Turner.
Las estrellas en esto del alpinismo no nacen de un día para otro. Pero sí empiezan a refulgir de golpe, gracias a una realización que impresiona a la comunidad montañera. Es el caso de Greg Boswell, un nombre que habrá que tener muy en cuenta desde ahora mismo. Tiene cara de niño y en su pasaporte sólo se cuentan veinte primaveras, pero ya es capaz de codearse entre los más grandes de la escalada invernal escocesa como Dave MacLeod o Andy Turner. Siguiendo los pasos de esos dos incuestionables escaladores, ha conseguido la tercera ascensión de los 35 metros de The hurting (XI, 11), en Fiacall Buttress, en los Cairngorms, abierta por MacLeod y hasta ahora sólo repetida por Turner.
Boswell narra la realización con toda naturalidad en su blog, donde también desvela que comenzó a escalar con 13 años. Su fanatismo lo ha llevado a viajar por medio mundo, siempre con la única intención de subir montañas, lo que le ha proporcionado una envidiable experiencia a su corta edad. Actualmente, trata de dedicarse únicamente a escalar: por el momento, soy un escalador a tiempo completo que trata de trabajar sólo cuando la cuenta bancaria empieza a evaporarse, que suele ser después de un largo viaje de escalada, explica. Y sentencia que disfruto todos los aspectos de la escalada invernal y el alpinismo, particularmente llevar más allá mis límites en duras vías invernales escocesas.
Su trabajo en The hurting Greg Boswell cuenta que, unas semanas atrás, mientras estaba sentado asegurando en la repisa bajo el largo final de Omerta (VIII, 9), presencié cómo Andy Turner hacía la primera repetición de The hurting. Esta vía había estado en mis pensamientos desde hacía tiempo, pero la comprometida salida me hacía dudar. Sin embargo, ver a Andy encadenando fue tan inspirador que la motivación fue creciendo hasta un nivel suficientemente alto para darme el empujón definitivo. Así que decidí intentarla.
De este modo, combinó un sábado de buenas previsiones con un asegurador dispuesto, Ken Lacey, para desplazarse hasta Coire an t-Sneachda e ir hasta la base de la pared, que calificó de imponente. Durante el camino hasta allí, estaba dudando y nervioso, no por la escalada propiamente, sino por si, debido al reciente deshielo, la vía iba a estar en condiciones o no. Por suerte, cuando el muro se apareció a la vista, pude ver que la vía estaba bien, con nieve sobre todas las repisas y buen polvo cubriéndolo todo.
Ese primer intento, sin embargo, acabó en caída, al resbalarle un piolet a la salida del techo clave de la vía.
Segundo intento Como su intención era escalar la línea desde abajo hasta arriba, decidió regresar a casa, analizar el error y comprobar de nuevo las previsiones meteorológicas para encontrar una nueva jornada aceptable. El día elegido fue el martes siguiente, teóricamente de brillante sol y poco viento. Pero el parte no acertó, y Boswell se encontró en el lugar con fuertes rachas de viento y algo de nieve. A pesar de ello, le puso valor y se lanzó hacia arriba. Incluso llegó a superar el punto de su primer intento aunque, más allá del techo, no era capaz de ver dónde ponía los pies. Una ráfaga de viento más fuerte que las demás –como un camión, describe él- lo barrió de la pared y lo obligó de nuevo a retirarse.
Una nueva derrota pero con buenas sensaciones. Ahora, sabiendo que tenía posibilidades de llevarme el premio, estaba ansioso y motivado por volver a la vía lo antes posible, comenta Boswell.
A la tercera va la vencida De nuevo, vuelta al estudio de los partes meteorológicos y a la decisión de un día: el viernes. Esta vez le acompañaba como asegurador James Dunn. Y de nuevo se repetía la historia: fuerte viento al llegar a la zona y la consiguiente nieve cegadora por todas partes. Desde la base de la pared, pudieron comprobar que el viento y el frío habían hecho incrementar sensiblemente el grosor del hielo de la pared y decidió darle un nuevo intento a pesar de todo.
El nuevo hielo hizo que la parte baja fuera todavía más difícil de proteger que en sus intentos anteriores. Sólo pude colocar la mitad de material que en mis intentos anteriores, lo que hizo que este intento fuera todavía más terrorífico, asegura Boswell. Pero a pesar de todos los obstáculos, consiguió alcanzar y superar el punto más alto de la otra vez, y llegar a la sección menos desplomada pero muy técnica de la parte superior de la pared.
En ese último tramo, Boswell no tiene reparos en reconocer que pasó miedo de verdad, al ir avanzando sin encontrar buenos emplazamientos para su material. Llegó a un punto en el que no sabía adónde ir y empecé a sentirme aterrorizado, al ir saltando cada intento de pinchar con el piolet y ver que estaba muy por encima de mi último runner parcial. Conseguí subir un poco más utilizando las presas más estrechas de mi vida; me moví un poco en diagonal hacia la izquierda hasta quedar a pocos metros del top, pero todavía sin encontrar buenos ganchos. Hice una intensiva búsqueda en una grieta horizontal redondeada con mi piolet izquierdo... nada... mis pies resbalaban y sentía la energía en mi brazo derecho. Sabía que el premio estaba alejándose lentamente de mí. Pero entonces oí el grito de James desde abajo a través del viento atronador: ¡have it man!. Y eso me dio el impulso que necesitaba. Conseguí pinchar un par de buenos agarres para los piolets, una yarda más, y me encontré seguro y confortable en terreno más fácil.
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